Uno de los principales puntos a la hora de realizar un proyecto de jardinería y paisajismo, es la correcta elección del sustrato que vamos a emplear como base de nuestro jardín. El mercado ofrece una gran variedad de materias primas, y es la combinación de éstas la que nos proporcionará la mejor base de desarrollo.
Cuando definimos un buen sustrato de plantación, este no debe atender sólo, a las características agronómicas del mismo (pH, contenido en materia orgánica, nutrientes y micronutrientes, conductividad, etc…), sino que debe de tener en cuenta las propiedades físicas recién creadas.
Es importante asegurar una buena oxigenación del mismo, así como una capacidad de retención de agua adecuada y una velocidad de infiltración adecuada y acorde al tipo de riego establecido. También será importante asegurar una capilaridad suficiente para que el agua se pueda repartir de un modo homogéneo en el terreno, principalmente cuando hablamos de riego por goteo. Es en estos sistemas de riego, donde queremos transformar ese “gota a gota”, en una superficie húmeda donde las raíces puedan tomar agua del suelo.
Uno de los principales puntos críticos a la hora de establecerse unas nuevas plantaciones, es el asegurar que esa planta que viene tan cuidada de los viveros, con abonados y riegos continuados, se establezca a un nuevo medio de desarrollo recién creado. Por lo tanto, serán estos primeros meses o años los críticos, donde debemos potenciar el crecimiento y el enraizamiento de las plantas en este nuevo medio, para lo que tenemos que asegurar un correcto aporte hídrico a los cepellones. Será con el tiempo, un buen mantenimiento y una gestión del agua de riego correcta, lo que asegurará que planta se establezca, momento en el cual los jardines estarán preparados para periodos de sequía prolongada.
De este modo, es fundamental la selección del sustrato adecuado tanto a las especies vegetales como al sistema de riego definido.
En jardinería, habitualmente nos encontramos con los siguientes tipos de sustratos, cuya combinación de todos o parte de ellos en los porcentajes adecuados, generará un sustrato óptimo en términos de vista agronómicos, químicos y físicos, teniendo en cuenta la distribución del agua a través del sistema de riego, importante para definir la mezcla adecuada. Nos podemos encontrar generalmente:
- Arenas, que las podemos encontrar más finas o más gruesas, y procedentes de río o con materiales más inertes como es el sílice. Generalmente las arenas favorecen el drenaje y la aireación de los sustratos, funcionando muy bien donde no es conveniente una acumulación de humedad en el jardín. Este proceso favorable para el empleo de riegos aéreos, que en muchos casos aportan altas pluviometrías, pero es contraproducente para el movimiento horizontal del agua en el caso de riegos por goteo.
- Turbas, pudiendo distinguir generalmente entre turbas rubias y negras, siendo este un sustrato que favorece mucho el enraizamiento de las plantas además de un aporte en materia orgánica y capacidad de retención de humedad del agua en el suelo. Como punto a favor respecto al aporte de agua, destaca no sólo su capacidad de retención de agua, sino favorecer el movimiento horizontal del agua por capilaridad. En contra tiene que una vez que se deshidrata, lleva mucho tiempo su rehidratación, que no representa demasiado problema en el caso de empleo de goteros con bajo caudal, que aportan el agua lentamente.
- Fibra de coco, puede tener un comportamiento similar al de la turba en su incorporación en un sustrato.
- Mantillos, bien de origen animal o vegetal, que aportan un alto contenido en nutrientes y materia orgánica al suelo, siendo aquellos de origen vegetal los que perdura esta materia orgánica más en el tiempo, con ese característico olor a bosque. A favor destacar que el compost vegetal, tiene también una alta capacidad de retención de agua en el suelo, pero un exceso de humedad en este sustrato, genera cierto grado de compactación en el suelo.
- Gravas, se pueden aportar en determinados casos de creación de suelos estructurales, generando suelos más aireados y con alta capacidad para desarrollo radicular. Es principalmente utilizado para plantaciones de arbolado.
Cuando realizamos una mezcla de tierra para un jardín, usaremos diferentes proporciones de las diferentes materias primas originales, buscando finalmente un sustrato adecuado a nuestras plantas. El objetivo final siempre será el conseguir.
- Una buena estructura de suelo
- Un contenido en Materia orgánica nunca inferior a un 5%
- Alta capacidad drenante, para evitar encharcamientos y podredumbres de raíces
- Alta retención de humedad, para asegurar riegos más espaciados en el tiempo y menor consumo de agua a con el tiempo.
- Capilaridad, asegurando el movimiento del agua en horizontal dentro del terreno.
- Actividad biológica, generando suelos vivos.
- Capacidad de intercambio catiónico, para poder asimilar todos los nutrientes necesarios.
