Mes de julio, 16:00 de la tarde y el termómetro no baja de los 40ºC. Tu único recurso de supervivencia: un aire acondicionado que recalienta el exterior y se suma al de tus vecinos en una sinfonía que podría freír huevos en el asfalto. Retroalimentas el aumento de las temperaturas como si el calor tuviese eco.
Si tienes que salir a la calle o simplemente te apetece tener vida social, no te atreves a transitar por unas aceras incandescentes. Sólo contemplas la posibilidad de enfundarte en tu coche con otro aire acondicionado a tope, pero tu decisión continúa agravando la situación y alimenta el efecto isla de calor. El espacio urbano está condenado y nuestras ciudades también. En su condena arrastra al planeta, motivos no faltan, éste tan solo es uno de ellos.
¿Qué podemos hacer desde el diseño urbano y el paisajismo?
Ya hemos hablado de la necesidad de renaturalizar nuestras ciudades y la solución podría estar por ahí. Mencionamos como acometer esa renaturalización urbana con la regla 3-30-300 para ver, vivir entre la naturaleza y poder acceder a ella.
Más allá de esta relación biofílica que tenemos con la naturaleza, está el confort que nos aporta. Experiencias como la de EPIU Hogares Saludables en Getafe demuestran que el diseño urbano puede paliar los efectos climáticos. Mediante dos pequeños oasis urbanos, mejoran las condiciones térmicas del entorno y de las viviendas a las que vuelcan estos espacios.
De refugio climático a bioclimático
Si estos pequeños espacios se construyen con los elementos que dan forma al clima urbano: el sol, el viento, el agua, la vegetación, los materiales y la geomorfología, el espacio se transforma en bioclimático y el jardín sigue sumando beneficios para mejorar tanto el confort de las personas en el espacio urbano como el comportamiento de los edificios ante los ciclos de energía y agua.
Un diseño bioclimático empieza por un buen diseño urbano adecuado a su medioambiente que incorpore factores de soleamiento, ventilación y evapotranspiración, donde el territorio, el clima y, en definitiva, el medioambiente, en el que se incluyen los seres vivos, formen parte del proceso de diseño.
Con una gestión inteligente del agua
El agua en estos espacios necesita una atención especial. Además de ser uno de los materiales que configuran el espacio para crear unas condiciones de confort, es un recurso que hay que cuidar a la hora de gestionarlo. Por un lado, los refugios bioclimáticos tienen que ser capaces de permitir el ciclo natural del agua incorporando en su diseño sistemas urbanos de drenaje sostenible (SuDS) y por otro, tienen que garantizar su supervivencia mediante un riego inteligente que aproveche hasta la última gota de agua.
De intervención aislada a collar de esmeraldas
Sin embargo, estamos hablando de intervenciones puntuales, que tienen un radio de acción localizado. Si conectamos los refugios bioclimáticos entre sí, empezamos a poder transitar por la ciudad de oasis en oasis, como si se tratase del collar de esmeraldas de Frederick Law Omlsted en Boston.
Podemos seguir aumentando posibilidades e integrar estos espacios en toda la ciudad. Demos un paso más y transformemos un itinerario lineal en un entramado de refugios bioclimáticos, como si se tratase de una red de metro, crearíamos una “red de esmeraldas”.
De collar a red de esmeraldas para domesticar el clima
Las posibilidades se multiplican. Imagina que pudieras transitar por la ciudad a través de una red de oasis urbanos que contribuyan a moderar la tiranía del calor, ayudarían también a suavizar el impacto en el interior de los edificios.
Piensa en las posibilidades de esta red de refugios climáticos con criterios de diseño bioclimático, alimentada por un riego inteligente apoyado en una estrategia de gestión sostenible del agua a base de SuDS. Pasaríamos de una acción puntual con una repercusión localizada a toda una estrategia de adaptación al cambio climático basada en la renaturalización.
Si a la hora de integrar un espacio verde en la ciudad lo pensamos como un refugio bioclimático, podemos ir sumando “cuentas” en a la “red de esmeraldas” de la infraestructura verde y podremos recuperar el espacio urbano perdido.
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Lecturas recomendadas
“Manual de Diseño Bioclimático Urbano. Manual de recomendaciones para la elaboración de normativas urbanísticas”: Se trata de una publicación coral que aúna las variables climáticas que pueden moldear nuestras ciudades para que, desde el respeto por el medioambiente, sean resilientes y sostenibles. Es el resultado del trabajo realizado por el Instituto Politécnico de Bragança dentro del proyecto BIOURB.